La Jornada. 11 de octubre de 2007. Entrevista de Luis Hernández Navarro a Emir Sader, secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. La hegemonía unipolar y el neoliberalismo siguen dominando. La línea divisoria en América Latina se define por la relación con Estados Unidos: entre los países que firman tratados de libre comercio y los que priorizan la integración regional y la construcción de un mundo multipolar
Estudioso de las profundas transformaciones políticas en curso en América latina, Emir Sader asegura, en entrevista con La Jornada, que la línea que cruza el continente no es entre una izquierda buena y una mala, sino entre los países que han firmado tratados de libre comercio y los que han priorizado los procesos de integración regional y la construcción de un mundo multipolar.
Emir Sader es uno de los más relevantes pensadores marxistas latinoamericanos. Actual secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), su candidatura fue apoyada, entre muchos otros relevantes intelectuales, por Noam Chomsky, Adolfo Gilly y Eduardo Galeano.
Nacido en Brasil en 1943, en el seno de una familia de inmigrantes libaneses, es autor y compilador de más de 40 libros de ciencias sociales, historia, filosofía y teoría política. Colaborador habitual de La Jornada, sus obras son referencia obligada para aquellos interesados en comprender la nueva realidad latinoamericana.
A los 15 años de edad, reclutado para una organización socialista, comenzó su vida intelectual junto a su vida política. Se interesó en la teoría, el marxismo y el socialismo. Y, desde entonces, su actividad intelectual –incluido su paso por la academia– siempre ha tenido motivación política, ideológica, de poner el conocimiento al servicio de una estrategia socialista.
Según Sader, es en Bolivia donde se encuentran los elementos de una nueva hegemonía alternativa al posneoliberalismo. Allí, de acuerdo con el autor, se avanza hacia la construcción del primer Estado multinacional, multiétnico y posneoliberal en América Latina.
A continuación, la entrevista completa con el intelectual, realizada durante su visita más reciente a la ciudad de México.
–Durante muchos años, el discurso que analiza las relaciones de poder en América Latina ha puesto en el centro de su reflexión el problema de su relación con Estados Unidos. Sin embargo, en la última década la inversión española ha crecido enormemente en el área, superando, en países como Argentina, a la estadunidense. ¿Esta nueva realidad ha modificado la relación con Estados Unidos? ¿La naturaleza de las relaciones imperiales sigue siendo la misma que en las décadas de los sesenta y los setenta?
–La línea divisoria en América Latina sigue estando definida por la relación con Estados Unidos, que es la línea divisoria entre tratados de libre comercio y procesos de integración regional. Se puede decir que hay propuestas de integración con la Unión Europea, pero esta última no es la determinante.
“La línea que cruza el continente no es entre una izquierda buena y una izquierda mala. La línea divisoria fundamental es la que se da entre los países que han firmado tratados de libre comercio y los que han priorizado los procesos de integración regional y la construcción de un mundo multipolar. La participación europea es complementaria. Puede convivir perfectamente tanto con el Mercosur como con el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).”
El futuro del Alba
–En este proceso de acuerdos de libre comercio con Estados Unidos diera la impresión de que el encuentro de Mar de Plata abolló seriamente el proyecto del ALCA y, más bien, Estados Unidos ha comenzado a privilegiar acuerdos con países o bloques de países. Simultáneamente han habido avances con la Alternativa Bolivariana para la América (Alba). ¿Cree usted que ésta tiene futuro?
–Así es, el proyecto del ALCA fue derrotado y se obligó a Estados Unidos a buscar tratados bilaterales. Mar de Plata fue el episodio final, que estuvo precedido de muchas luchas previas y de la elección de gobiernos que privilegian la integración regional. Estados Unidos tuvo que cambiar su estrategia en la región.
“Esta vía sigue siendo hegemónica en América Latina. La hegemonía unipolar y el neoliberalismo siguen dominando la relación de fuerzas. Esta presente en México, Brasil y Argentina, que son los países económicamente más poderosos del continente. Además está en Chile, está en Colombia, está en Perú. Pero su avance enfrenta obstáculos.
“Sin embargo, en América Latina se están desarrollando experiencias de integración regional verdaderamente autónomas de Estados Unidos. Es una excepción en el mundo de hoy. Algunos países han roto con el neoliberalismo o nunca lo han adoptado. El Alba ha caminado sorprendentemente. El Alba es un modelo de comercio justo, es un espacio alternativo al libre comercio, en que cada país entrega lo que puede y recibe lo que necesita. Sus intercambios no son mercantiles, no se dan por precios de mercado, sino que, por ejemplo, se intercambia educación por petróleo. A las relaciones originales entre Cuba y Venezuela se han sumado Bolivia, Ecuador, Nicaragua. Es sorprendente.”
Resistencia crítica
–¿Significa esto que el modelo neoliberal se ha agotado? ¿Cuál es el papel del movimiento popular del continente en esta nueva situación?
–Vivimos circunstancias históricas. El campo popular latinoamericano y el pensamiento crítico han mostrado su capacidad de resistencia. Hay que celebrarlo. Pero necesitamos medirnos con las nuevas demandas y no sólo con los problemas que se han podido superar. Hemos desarrollado una gran capacidad de defensa, denuncia, crítica, de polémica. Pero tenemos que preguntarnos qué tanto hemos avanzado en la elaboración de alternativas. Y la respuesta no es del todo positiva.
“El periodo histórico que vivimos es contradictorio. El capitalismo ha pasado a la máxima extensión de las relaciones mercantiles pero al mismo tiempo debilita la capacidad de resistencia de lo que Marx llamó los coveros del capitalismo. A pesar de que son evidentes sus debilidades estructurales ha logrado generar un poderoso esquema de producción y difusión de estilos de vida. Un ejemplo de esto sería la amplia capa de jóvenes pobres de la periferia que ambicionan el consumo de los grandes centros comerciales. O, como China avanza al límite de lo que parecía ser una pesadilla imposible: cada chino empieza a comprarse un coche.
“Lo más difícil de comprender de los tiempos que vivimos es la compleja relación que existe entre los límites del capitalismo contemporáneo y el retraso en las condiciones subjetivas para su superación. La capacidad regulatoria de los Estados se ha desarticulado. Hay un debilitamiento de la capacidad de representación política del mundo del trabajo. Se han debilitado los supuestos clásicos de la lucha anticapitalista: organización social y política, papel de las acciones colectivas, cultura socialista, función del mundo del trabajo. En nuestra época se ha debilitado la capacidad de reproducción capitalista y el poderío estadunidense, pero no surgen fuerzas políticas y bloques sociales capaces de negarlo y superarlo. Y sobre esto faltan aún respuestas.”
El caso de Venezuela
–¿Cómo valora usted la diplomacia venezolana? ¿Hasta dónde es correcta su alianza con gobiernos de países árabes que han sido calificados de fundamentalistas o con la Rusia de Putin?
–El que no comprende el papel preponderante que tiene la hegemonía imperial estadunidense cometerá errores graves. Los movimientos de Venezuela deben ser entendidos en la perspectiva de crear un amplio frente de resistencia frente a Estados Unidos. Sus alianzas deben ser vistas no como una legitimación de tal o cual régimen, sino como parte de una lógica que busca quebrar la hegemonía unipolar de Estados Unidos. Además, es necesario entenderla como parte de una propuesta que busca darle una solución armoniosa la cuestión palestina. El tema del imperialismo es determinante. Es muy difícil de entenderlo desde Europa.
“Pero, esa diplomacia, además, es notable por su dinamismo en América Latina. En el continente ha precipitado procesos de acercamiento muy importantes.”
–¿Los gobiernos de centroizquierda en América Latina están saliendo del neoliberalismo?
–El continente vive una inmensa crisis hegemónica. El bloque tradicional de fuerzas dominantes se ha agotado, pero todavía no surge un bloque social, político y cultural nuevo, que pueda resolver positivamente la crisis.
“No es casual que los procesos que avanzan en la superación del neoliberalismo tienen orígenes y fundamentos ajenos a las propuestas de la izquierda tradicional. Es el caso de los militares nacionalistas y los movimientos indígenas. La lucha por los recursos naturales tiene una fuerza insospechada.”
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