Sí son posibles las alternativas económicas al neoliberalismo: los fondos de soberanía de riqueza.

Fondos de soberanía de riqueza: ¡la nueva revolución capitalista estatal!

Alfredo Jalife-Rahme La Jornada. México. Prometimos abordar los ingeniosos FSR nacionalistas (fondos de soberanía de riqueza, o SWF, por sus siglas en inglés) en el contexto del “nuevo orden económico mundial” que a regañadientes aceptó la prensa anglosajona adscrita a la extrema derecha financiera (ver Bajo la Lupa, 1/8/07) y que están gestando una verdadera revolución capitalista estatal con armas financieras, lo cual ha puesto a temblar a las trasnacionales del G-7.

Lawrence Summers, anterior secretario del Tesoro en la fase final de Clinton, pega el grito en el cielo: “los FSR sacuden la lógica del capitalismo” (The Financial Times, 30/7/07). Ahora resulta que las inversiones innovativas de los estados nacionalistas “extraen tecnología ajena” y “consiguen influencia”, ya que “son muy diferentes a los otros actores económicos”, por lo que deben ser regulados. Summers olvida que los inventos perniciosos del modelo anglosajón, como los hedge funds (fondos de cobertura de riesgo) y los private equity (propiedad privada) están desregulados y no pocas veces “han extraído” las joyas estratégicas de los países flagelados por las “leyes” del “libre mercado”.

El triple ascenso de los “gigantes emergentes” del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), la OPEP (donde descuellan Irán, Venezuela y las petromonarquías árabes y las potencias mercantiles asiáticas) desplazan aceleradamente al previo dominio del G-7, lo cual exhibe la decadencia geofinanciera de EU y Gran Bretaña. El auge de las materias primas (sobre todo petróleo), el incremento sustancial del PIB (medido por su “poder de paridad de compra”) y de las reservas foráneas de divisas, subsume la nueva hazaña de los tiempos modernos (gracias, en gran medida, a la derrota catastrófica de la dupla anglosajona en Irak, que no pudo “extraer” su petróleo), donde la propiedad de los nacionalistas FSR constituye el ancla de un nuevo poder geoeconómico global que epitomiza uno de los principales “barómetros” del verdadero poder del siglo xxi que está transfigurando el rostro del capitalismo en vías de trasladarse de manos privadas trasnacionales a control estatal, básicamente de los “gigantes emergentes” cuando los acreedores se transforman en propietarios: una verdadera revolución filosófico-económica que debe traer mareados a los epígonos de Karl Marx, Meynard Keynes y Friedrich Hayek -y a los israelíes-estadunidenses adictos a Milton Friedman, mucho más exiguo, dicho sea conceptualmente, que los gigantes citados.

Bajo los auspicios de las muy exitosas conferencias patrocinadas por Casa Lamm y La Jornada, que dirige nuestro amigo Angel Guerra Cabrera, al inicio de la primavera postulamos a las FSR nacionalistas como una de nuestras herramientas favoritas para rescatar a Pemex de las garras de sus peores enemigos: los ineptos fiscalistas del México neoliberal. Llama la atención el pánico sembrado en los centros financieros del G-7, primordialmente en la dupla anglosajona, temerosos de ser arrasados por el nuevo oleaje que provocaron los bancos centrales con mentalidad nacionalista y colmados con pletóricas reservas de divisas, superávit comercial y nula o poca deuda, quienes han pasado a la contraofensiva desde 2005 (un año después de la derrota oficiosa de EU y Gran Bretaña en Irak) mediante los nacionalistas FSR: propiedad estatal que están comprando a estratégicas empresas privadas en las bolsas planetarias y que pudiéramos denominar como el efecto anti-México: todo lo contrario a lo sucedido financieramente en el México neoliberal, totalmente desmantelado por las depredadoras trasnacionales anglosajonas e hispanas gracias al entreguismo legendario de la fauna neoliberal local. Curiosamente, el primer FSR registrado fue en 1956, creado por los británicos en las islas Gilbert, de Micronesia, bajo el nombre de Kiribati Revenue Equalisation Reserve Fund. Ahora el BRIC, la OPEP y las potencias mercantiles asiáticas propinan a la banca británica una sopa de su propio chocolate.

En la era pos-FMI, los fondos estatales, en su gran mayoría provenientes de los ingresos petroleros, sirven para diversificar y maximizar ingresos en el largo plazo, así como para crear riqueza a las futuras generaciones, además de brindar certeza en cuanto a específicas políticas públicas y macroeconómicas se refiere. Según nuestros cálculos, entre 30 por ciento y 40 por ciento de las reservas de los bancos centrales de Rusia y China constituye el armazón de sus FSR nacionalistas, que en su conjunto global ha superado en volumen al total de los bonos y las acciones bursátiles en el ámbito doméstico.

Stephen Jay, del Morgan Stanley (3/05/07), señala que tres cuartas partes de los FSR provienen de petróleo y gas, mas considera que puede alcanzar 12 millones de millones de dólares en siete años (casi el PIB actual de EU) y superar el monto de sus reservas de divisas en cinco años, además que los exportadores mercantiles asiáticos carentes de “oro negro” pueden ser tan importantes como la OPEP, lo cual puede “socavar la globalización financiera”, alentar el “proteccionismo financiero” y perjudicar la cotización de los bonos a largo plazo del G-7. ¿Jay apuesta temerariamente a una baja del petróleo o a una disminución de su producción, además de la proteccionista “desglobalización” del G-7, que ahora salió con el cuento texano del “patriotismo económico”?

Los países con los mayores FSR nacionalistas en millones de dólares son: 1) Emiratos Arabes Unidos: Abu Dhabi Investment Authority, 875 mil (petróleo); 2) Singapur: Government of Singapore Investment Corp, 330 mil; 3) Noruega: The Government Pension Fund of Norway, 315 mil (petróleo); 4) Arabia Saudita: 300 mil (petróleo); 5) Kuwait Investment Authority, 250 mil (petróleo); 6) China: Investment Company Ltd., 300 mil; 7) Rusia: Russian Stabilization Fund, 100 mil (petróleo); 8) Singapur: Temasek Holdings, 100 mil; 9) Australia: Australian Stabilization Funds, 51 mil; 10) EU: Alaska Investment Fund, 40 mil 100 (petróleo); 11) Qatar Investment Authority: 40 mil (petróleo); 12) Brunei Investment Agency: 30 mil (petróleo); 13) Sudcorea: Korea investment Corp., 20 mil; 14) Malasia: Khazanah Nasional, 18 mil; 15) Kazajistán: Kazakhstan National Fund, 17 mil (petróleo); 16) Taiwan Nacional Stabilization Fund, 15 mil; 17) Canadá: Alberta Heritage Fund, 16 mil 600 (petróleo); 18) Iran National Stabilization Fund: 12 mil 900 (petróleo). En suma: 11 de los 18 reportados poseen sus reservas de divisas gracias al petróleo y el gas. Muchas de estas cifras no están actualizadas y están subrerreportadas (v. gr., las de Arabia Saudita, que serían superiores por obvias razones productivas a las de Abu Dhabi) cuando sus niveles reales oscilarían entre 2.5 millones de millones de dólares (trillones en anglosajón) que afirma la revista neoliberal The Economist, a nuestro juicio subestimados, con otros que alcanzan hasta 7 millones de millones de dólares. Quizá lo más aproximado sea una cifra intermedia de unos 5 millones de millones de dólares.

Frente a los FSR lucen raquíticos los ominosos hedge funds, es decir, las joyas especulativas de la banca israelí-anglosajona que sin apalancamiento (leverage) andarían en 1.6 millones de millones de dólares. Más allá del aspecto de precaución anticíclica y del apaciguamiento de la volatilidad monetaria (v. gr., caso de los fondos estatales de pensiones de Noruega, exportador petrolero), otro propósito inconfeso de los FSR es estratégico, ya no se diga de blindaje para tiempos inciertos (v. gr., Kuwait Investment Authority durante las guerras del golfo Pérsico), tanto como que The Korean Investment Corporation proclamó su intención de crear un centro financiero internacional con sus FSR nacionalistas.

El desfondado México neoliberal es de los pocos países petroleros, particularmente estatales, y el único del TLCAN sin fondo de estabilización estatal, lo que pone en la picota el unilateralismo centralbanquista monetarista del inepto Ortiz Martínez, quien decide por sus pistolas, gracias a su “autonomía” supraestatal, como si fuera su patrimonio familiar el destino de la riqueza nacional pésimamente dilapidada y mal manejada pese a los pletóricos ingresos petroleros: 500 mil millones en el sexenio foxiano con 110 mil millones en su último año (cifras de Ortiz), gracias a un Congreso aún más disfuncional.

La carrera entre los hedge funds y los private equity (capital privado) es inversamente proporcional al auge de los nacionalistas FSR, lo que pone en tela de juicio la posesión definitiva entre el capitalismo privado anglosajón (extensivo al G-7) y el capitalismo estatal de los “gigantes emergentes” del BRIC, la OPEP y las potencias mercantiles asiáticas.


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